La Mujer Pagana en la Actualidad ~ Hermandad de la Diosa Blanca~ Magia Wicca, Paganismo y Mujeres

La Mujer Pagana en la Actualidad

por Sac. Tarwe Hrossdottir

Hablaré antes que nada de la tradición a la que pertenezco, ya que para algunas personas, el término “pagano” puede ser confuso.

Pues bien, hoy en día usamos la denominación genérica “Paganismo” para referirnos a las tradiciones espirituales indígenas de Europa.

La palabra deriva de la raíz Proto Indo Europea “pag” que significa “fijado”, hielo, montaña y que tiene que ver con las estacas que fijaban los límites de una propiedad entre la gente de entornos rurales, estamos hablando de un término que se remonta a una antigüedad de alrededor de 4,000 años AEC.

Antiguamente, no había nombres que diferenciaran los cultos, solamente gentilicios, sin embargo a raíz de la cristianización, la palabra pagano se utiliza como peyorativo para referirse a las personas que habitando en aldeas, aún seguían manteniendo prácticas indígenas.

Dentro del Paganismo, entran diferentes cultos locales como los celtas, nórdicos, grecolatinos o eslavos que se siguen practicando hoy en día a partir de diferentes grupos que han reconstruido las prácticas antiguas. Un gran desafío ya que Europa sufrió un genocidio total hacia su población nativa y sus cultos solamente quedaron sincretizados en las tradiciones populares, en la mitología, la arqueología y algunos textos de los historiadores romanos o cristianos.

 Pero el tema que hoy vinimos a hablar es la Mujer y la Espiritualidad, y para esto el Paganismo tiene una larga lista de exponentes.

Las Mujeres en el Paganismo

Desde las divinidades femeninas hasta grandes figuras históricas, desde mujeres guerreras a videntes y pitonisas, la mujer pagana dejó su huella material al menos desde el 20,000 AEC con las venus paleolíticas encontradas por toda Europa.

Desde ese momento, el ser humano dejó constancia de un culto prehistórico que difícilmente podríamos reconstruir, pero que es más que evidente por la cantidad y semejanza de las estatuillas.

En ellas vemos, no solamente el culto a la fertilidad, sino también el deseo de nuestros antepasados por exaltar las características femeninas más allá de una sola representación anatómica.

Hay en estas venus anónimas, más identidad que en una obra firmada, pues en su vientre y en sus senos se criaron los ancestros de Miguel Ángel o de Da Vinci, mismo.

Es en el Paleolítico también donde el arte rupestre inmortaliza la vulva de forma abstracta, en las paredes de cuevas y abrigos rocosos, externando el misterio de la vida que a estos primeros grupos humanos debía de parecerles la menstruación, el embarazo o el parto.

Sin embargo, es curioso que en este punto no existan representaciones de dichas actividades, sino solamente el objeto per se, indicando muestras de fetichismo y por ende, una primera manifestación de culto.

Será miles de años después, con la agricultura y la sedentarización cuando las primeras divinidades femeninas hagan su entrada triunfal al mundo pagano, para nunca más irse.


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Las divinidades femeninas y la tierra

Vacas sagradas que amamantan, osas que protegen a sus crías, yeguas que crían a sus potrillos.

La vida natural está llena de ejemplos para que el ser humano forme una alianza divina entre su especie y las demás, y de esta forma pueda obtener los poderes de esos animales para compartirlos con los suyos.  

Así, se forman alimentados por el fogón del hogar los primeros cultos tribales que dieron a luz a las matronas, las parteras, las herbolarias, las brujas esas que nos enseñaron a temer y que Jules Michelet reivindica poderosamente en su libro “La Bruja”.

Son las mujeres como la Venus de Laussel, quienes sostienen el cuerno de la abundancia, quienes empiezan a contar las lunas que han pasado hasta su próximo sangrado y así controlan los misterios de la vida. Son las mujeres las que forman las primeras muestras de espiritualidad humana que se manifestó en los cultos chamánicos de todas las culturas del planeta.

Ellas, con su conexión directa al Espíritu desde su útero, como dice Don Juan Matus, traerá a la vida al niño, salvará al herido y dará paz al muerto. Todo el ciclo de la persona en las manos de un género.

Es por eso que los cultos se vuelven misterios, como en Eleusis, símbolo inequívoco del pase de poder mágico de la Madre a la Hija, de la Naturaleza a la Mujer. Y seguramente es también por eso, que su persecución se vuelve obstinada.

Las mujeres de mi tradición, sabían hilar en tiempos de paz y empuñar la espada para defender a los suyos. No le temían a nada, ni a nadie porque se sabían parte de todo. Y después, bueno, después ya sabemos todos lo que sucedió, no es necesario hacer aquí una descripción de siglos de persecución.

Lo importante es que nosotros estamos aquí hoy en día, buscando construir con el pasado, imperfecto como es, algo un poco mejor de lo que nos heredaron.

Y es muy difícil, esa es la realidad. La sociedad actual no fomenta la espiritualidad, ni tiene tiempo para ella. En el mejor de los casos se convierte en una actividad de tiempo libre, pero pocos intentan integrarla a su vida diaria como lo hacían nuestros antepasados.

Las mujeres hoy en día hemos vuelto a tener un rol similar al que tuvimos en las sociedades paganas: cumplimos labores de la casa, además de los diferentes roles que escogemos como especialistas en alguna materia o lo que llamamos injustamente hoy en día “tener un trabajo”.

Las brujas de hoy

Las mujeres que hemos decidido dedicar nuestra vida a un trabajo de servicio espiritual, hemos escogido el mismo camino que innumerables mujeres sagradas de la antigüedad, lo que quizás nos hace diferentes es que ahora disponemos de computadoras, de Facebook, y de otros medios con los cuáles enriquecer la experiencia espiritual.

Somos iguales que cualquier otra mujer: algunas tenemos maridos, hijos, vamos al tianguis, echamos la ropa en la lavadora, hacemos de comer, vamos al banco, cenamos con unos amigos.

No hay nada diferente entre nosotras y los demás, aunque sí creo que hay algo que debería definirnos y eso es: mostrar congruencia entre nuestra espiritualidad y nuestra práctica, puesto que sabemos que estamos a la vista pública y somos ejemplo de muchos.

Quizás esta sea la parte más difícil porque implica una lucha día a día por revisar los malos hábitos, por deconstruir lo que se aprendió en la infancia, por romper paradigmas que nos limitan y dañan.

Esto es tal vez lo que nos define como guías de una comunidad específica, el que exijamos a los demás solamente lo que nosotros podemos dar, pero también el que nos exijamos seguir mejorando cada día de nuestra vida.

No creo, eso sí, que podamos generalizar en cuanto a la situación actual de la mujer.


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La situación actual de la mujer

Porque lamentablemente no vivimos en igualdad de condiciones, porque la mujer que trabaja extensas jornadas por un salario mínimo no puede darse el lujo de vivir la misma forma de espiritualidad que nosotras vivimos. Pero como siempre, es quizás en la adversidad donde mejor se puede probar el espíritu humano.

Porque es allí, en esas casas de cartón, en las maquiladoras, en la explotación sexual donde encontramos a la Diosa Guerrera, esa Diosa Oscura que nos han enseñado a temer e incluso a repudiar. Es en la lucha diaria que estas mujeres llevan a cabo donde se demuestra no ya la espiritualidad como algo abstracto, sino el espíritu mismo.

Disney nos ha enseñado a ensalzar a las princesas por encima de las guerreras, pero el verdadero fuego interno surge en lo más cotidiano, en la lucha por la sobrevivencia diaria.

Las mujeres tenemos una diosa dentro, si, pero esa diosa no puede convivir con la culpa, con la resignación, con el abuso, con el menosprecio.

Tratar de reunir dos arquetipos que no tienen nada que ver solamente nos traerá más conflictos de identidad, por lo que las mujeres que verdaderamente deseen vivir su espiritualidad sin límites, tendrán que buscar este lugar de oscuridad interior en donde se generan o se implantaron todas estas limitaciones. Una vez en la oscuridad, la luz surgirá de ustedes, al principio como un punto escurridizo, pero poco a poco podrán ir llegando a ese lugar donde brota el sentido puro de la espiritualidad femenina: preparando un guisado casero, alimentando a la familia, a los amigos, al necesitado, moviendo las caderas al vaivén de una falda, liberando su sensualidad y sexualidad, aceptándose a sí misma, confiando en sí misma, honrando a sus ancestros, sanando sus relaciones, abriéndose a todas las experiencias de la vida y siendo consciente de la muerte.

Nuestros ancestros se hacían llamar “Los Hijos de los Árboles” en una explicación de su lazo indisoluble con la tierra. Si queremos tener sociedades más humanitarias, un poco más horizontales que verticales, aprendamos a ser mujeres congruentes, libres, princesas por qué no, pero también guerreras. Y ustedes los hombres, cuando se encuentren con una de estas mujeres cuídenla, porque una Hija de los Dioses no se encuentra todos los días. En su camino habrán sido bendecidos con una parte de la Diosa que no solo los alimentará a ustedes, sino también a muchos más.

Criemos mujeres conscientes, liberadas, en contacto con la Tierra y tendremos finalmente esa etapa de co-creación que todos deseamos.


Ponencia presentada en la conferencia «Realidad Espiritual y Mujer Actual» celebrada el 22 de mayo de 2013 en el Centro Budista Bukkyo Dendo Kyokai de la Ciudad de México y compartida con la Sheija Amina Teslima de la Comunidad Sufí Nur Ashki al Yerráhi y Lakshmirani Devi Dasi del Centro para la Consciencia de Krishna.
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